Este diamante ha impresionado a cualquiera que conoce su historia, pesa 189.62 quilates, es de color azul ligero con un toque verdoso, su claridad es “Excepcionalmente Puro”, corte mogul-cut rose y procede de la mística India.
La historia del diamante Orloff está cubierta de leyendas y datos comprobados, comienza en la ciudad de Srirangam, situada sobre una larga isla en medio de un río. Dentro de la ciudad se encuentra uno de los más sagrados santuarios del sureste de la India: Un templo dedicado a Vishnu “El Creador de Todo”. En lo más íntimo de este santuario, había un ídolo con ojos de diamantes.
En los 1700´s Inglaterra y Francia luchaban por el control de la India y de sus riquezas. Un desertor francés oyó rumores de la existencia de la estatua y de sus preciados ojos. Como estaba prohibido a los infieles entrar al santuario, el fingió conversión al hinduismo.
Una tormentosa noche, él arrancó un ojo del ídolo; quizás dominado por el miedo, dejó el otro ojo y huyo escalando las paredes del templo, saltando al río y nadando por su vida.
Llego a Madrás y rápidamente vendió la piedra a un capitán marino ingles por 2,000 francos. Después de cambiar de mano varias veces, la piedra llego a Ámsterdam, donde el conde ruso Grigori Orloff, escucho de ella.
Orloff, había sido amante de la emperatriz Catalina la Grande, esperando reconquistarla el conde compró el diamante por 90,000 francos y lo llevo a Rusia. En 1774, regalo este impresionante diamante a Catalina, desde entonces fue llamado el diamante Orloff. Catalina acepto el regalo y lo engarzo en el cetro imperial. Como agradecimiento le regalo a Orloff un palacio de mármol, pero su preferencia amorosa y política la dejó para otros. En 1783 el conde murió desquiciado.
En otro episodio de los mitos que envuelven al diamante Orloff, se encuentra Napoleón. Cuando su gran ejército estaba a punto de entrar a Moscú en 1812, la piedra fue escondida en la tumba de un sacerdote. Napoleón descubrió donde se encontraba el diamante y fue a buscarlo, pero antes de que alguien pudiera tomarlo, el fantasma del sacerdote apareció y pronuncio una terrible maldición sobre los profanadores, Napoleón se retiró de Rusia sin el famoso diamante.
Hoy, después de sobrevivir a la revolución y a la guerra, el diamante Orloff sigue radiante sobre el cetro imperial, como uno de los principales tesoros de Rusia.